Cuatro gráficos clave para entender el último informe del IPCC

Por Antonio F. Rodríguez

Además de descansar bastante, también he aprovechado las vacaciones de semana santa para ponerme al día con algunos temas pendientes, y entre ellos estaba estudiarme el último trabajo que acaba de publicar el IPCC (el del grupo de trabajo III dentro del 6º informe). Este trabajo trata sobre mitigación, y ya se ha escrito bastante sobre él: algunos buenos resúmenes los podéis encontrar aquí y aquí. De modo que he intentado ser algo más original, y he decidido escribir sobre cuatro gráficos que, considero, dan algunas claves muy importantes del problema que tenemos entre manos. Además, ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras:

Las emisiones siguen creciendo


La primera noticia (como era de esperar) no es buena, y es que las emisiones de gases de efecto invernadero no han parado de crecer. Aunque 2020 sea una excepción (seguro que os imagináis porqué), la IEA ya indicó en su último Global Energy Review que en 2021 ya se ha producido el efecto rebote post-pandemia que se esperaba, y volvimos a batir récord histórico de emisiones. 

La responsabilidad histórica es muy desigual


Todas las regiones del mundo no tienen la misma responsabilidad en la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Esto era bastante previsible, pero ponerle números es importante. Norteamericanos y europeos, con un 13% de la población mundial (datos de 2019), somos los responsables de cerca del 40% de todas las emisiones históricas (acumuladas). Además, aunque nuestra cuota de emisiones haya disminuido, seguimos emitiendo por encima de lo que nos "tocaría" por población, un 20% de las emisiones actuales. 

Los costes de las renovables se han desplomado


Los costes de la energía solar, eólica y baterías han caído de forma espectacular en los últimos 20 años, y aunque la adopción de estas tecnologías ha crecido, siguen representando una proporción minúscula en la producción eléctrica (son esos pequeños porcentajes que se leen debajo de los gráficos): PV 3%, eólica onshore 6%, eólica offshore <1%, CSP <1% y EVs (pasajeros) 1%. Aumentar esos porcentajes es probablemente el principal reto que afrontamos en esta década para avanzar en la transición energética.

Descarbonizando podemos ahorrar (mucho) dinero


Este último gráfico que os presento es, sin duda, la joya de la corona. Probablemente el gráfico que más información, análisis y discusión aglutina de todo el informe (no he podido leer las 2913 páginas, pero me cuesta creer que haya otro gráfico con más información que este). En él, la longitud de cada barra indica el potencial de reducción de emisiones de cada opción a 2030 (cuanto más larga, más emisiones puede reducir), y el color indica el coste de abatimiento (cuanto más rojo, más caro). De hecho, el color azul indica que se ahorra dinero con respecto a lo que se está reemplazando. Algunas de las reflexiones que se pueden extraer son:
  • Solar y eólica son las opciones que mayor potencial de reducción tienen durante esta década: podríamos dejar de emitir en torno a 2-3 GtCO2e anuales con cada una mientras ahorramos dinero. Este dato es espectacular, aunque la “letra pequeña” nos da el aviso de que no se incluyen los costes de acomodar las renovables variables en el sistema eléctrico (gestión de la variabilidad, respaldo, etc). Aunque estos costes son modestos a 2030, probablemente debamos considerar este potencial de reducción algo optimista (aunque la foto no debe variar mucho).
  • Podemos identificar los sectores en los que ya disponemos de un set de opciones coste-eficientes para su descarbonización. El caso más llamativo es el del sector transporte, donde prácticamente todas las opciones permiten descarbonizar reduciendo el coste del sistema (principalmente mediante mejoras de eficiencia de vehículos y cambio modal terrestre hacia transporte público y modos activos). Siguiendo con el caso del transporte, es curioso que las opciones por las que políticamente más se apuesta durante esta década son las que presentan peor desempeño coste-eficiencia: vehículos eléctricos (en gris por la alta variabilidad de coste) y biocombustibles (alto coste). 
  • El caso del sector edificios es llamativo, donde la reducción de la demanda y la mejora de eficiencia (electrodomésticos e iluminación) son mucho más coste-eficientes que la renovación y rehabilitación del parque de viviendas.
  • También se puede identificar la dificultad de descarbonizar a bajo coste algunos sectores como la industria (salvo mejora en eficiencia energética, el resto de opciones son bastante caras) y AFOLU (con mucho potencial de reducción, aunque algunas opciones son bastante caras).
  • Un análisis siempre controvertido es el del papel de las tecnologías de Captura y Secuestro de Carbono (CCS, según sus siglas en inglés). En el resumen para políticos (SPM), en el punto C.4.4., concluyen:

Este análisis, que justifica alargar el uso de combustibles fósiles gracias a la captura de carbono, es controvertido por varios motivos:
En primer lugar, porque contrasta con lo que vemos en este gráfico: durante esta década, su potencial de reducción de emisiones es muy bajo y a un coste muy elevado: 


El informe indica la importancia que muy probablemente deba tener el CCS al final de este siglo para poder alcanzar los objetivos de emisiones netas cero e incluso negativas. Sin embargo, en la actualidad (siendo esta década en la que nos lo jugamos casi todo para alcanzar los objetivos el Acuerdo de París), es peligroso utilizar el CCS como greenwasher para que se sigan utilizando fósiles allí donde existen alternativas que, además, ya son coste-eficientes.  
En segundo lugar, es preocupante porque este análisis se incluye en el siempre polémico SPM, resumen que lee la inmensa mayoría de lectores que acuden a este informe (como es normal, porque leer casi 3.000 paginas de contenido técnico no es sencillo para nadie), y hecho para los decisores políticos que tienen en su mano la regulación climática.
En mi opinión, es importante abandonar el pensamiento mágico y trabajar con lo que tenemos hoy: hay que seguir trabajando en el desarrollo y abaratamiento de CCS por su papel fundamental que (probablemente) tenga en el futuro, pero aún no es una tecnología que se pueda implementar a gran escala, por lo que no debemos contar con ella para justificar el uso e inversión en fósiles.

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