La respuesta social al cambio climático
Por Antonio F. Rodríguez
Un artículo de Frances Moore (basado en su paper recién publicado en Nature) donde discute sobre la inclusión de la respuesta social al cambio climático en los modelos energéticos-climáticos:
El resultado que obtienen de su trabajo es que nos dirigimos a los 2-3ºC de calentamiento global. Este trabajo está en línea con el informe AR6 del grupo 1 del IPCC (escenario intermedio SSP2-4.5) publicado el año pasado. Por lo tanto, este trabajo se suma a los que ya indicaban que este rango de aumento de temperatura es al que nos dirigimos con mayor probabilidad (aunque existe mucha incertidumbre, como luego apuntan), aún lejos del objetivo del Acuerdo de París.
Alertan de que la incertidumbre en los escenarios de calentamiento global a 2100 es elevada, y se debe principalmente a las diferentes sendas de emisiones antropogénicas (y por tanto, a las políticas climáticas) que pueden darse en el futuro, por encima de la variabilidad que pueden producir las incertidumbres en el sistema climático (como los famosos y temidos tipping points). Esta conclusión es fundamental: la principal incertidumbre climática sigue siendo lo que haga el ser humano de aquí en adelante.
Sin embargo, pese a la importancia del comportamiento humano en las políticas climáticas y las emisiones antropogénicas, los modelos energéticos y climáticos fallan estrepitosamente en su representación. Y le achacan problemas fundamentales: la imposibilidad de asignar probabilidades a los escenarios futuros, basados en la incertidumbre del comportamiento humano, dificulta en exceso el diseño de estrategias. Por ejemplo, en materia de adaptación, la incertidumbre sobre los efectos futuros y retardados del cambio climático puede hacer que la adaptación se quede corta o se pase de largo, según el escenario de mitigación que tengamos, que a su vez depende del comportamiento humano...
En mi tesis (sobre tratamiento de incertidumbres en modelos energéticos), trato este tema en profundidad, y una de las conclusiones a las que voy llegando (casi por fuerza) es que, en materia energética y climática, hay que renunciar a la idea de probabilidades en el largo plazo. Creo que los autores enfocan el comportamiento humano desde una perspectiva muy estocástica, pese a que en el largo plazo no tiene ningún sentido pretender que siga una función de probabilidad. Además, realmente no es necesario aplicar probabilidades a algo que, por su propia naturaleza, sabemos que es atrevido e incluso imposible: hay estrategias alternativas para prepararse ante las eventualidades que pueda traer el futuro, incluso sin conocer cómo de probables serán esas eventualidades, y a un coste que puede ser razonable.
En cuanto al modelado, los autores proponen un bucle de retroalimentación negativo por el que, los seres humanos, en base a su percepción de los eventos meteorológicos extremos (creados por el cambio climático), toman mayor conciencia, incrementando la ambición climática y las políticas implementadas, que reducirá las emisiones acumuladas y en último lugar el cambio climático.
Los principales puntos a mejorar, según los autores, pasan por introducir mayor complejidad en el modelo climático (para que pueda incluir las incertidumbres del sistema climático, aumentando los rangos) y la inclusión de tecnologías CCS, que podrían ser clave en las emisiones acumuladas.
A mi juicio, también hay dos factores que considero bastante importantes: las retroalimentaciones positivas y la capacidad de influencia de la opinión pública. En cuanto a las retroalimentaciones positivas, creo que sería interesante incluirlas, pues el cambio climático también producirá mayor inestabilidad social que puede socavar la ambición climática: pérdidas económicas, desempleo y pobreza, caos social y conflictos bélicos (e.g. el conocido caso de la guerra de Siria), entre otras. En cuanto a la capacidad de influencia de la opinión pública, me pregunto cómo puede afectar en las políticas públicas de regímenes autoritarios, como el chino, durante esta década, donde nos lo jugamos casi todo en el campo de la mitigación.
Iremos viendo cómo evoluciona este campo de investigación que se abre y que seguro aportará mucho pese a su complejidad. Aunque, en cualquier caso, ya señala lo importante que resulta la conciencia y la acción climática a nivel individual para poder influir en escalas mayores.
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